Atom Egoyan es un artista. Sin duda. Un magnífico director de cine. De su mano han nacido espléndidas películas como Exótica, El dulce porvenir o El liquidador. Son historias que arañan, que inquietan, porque rascan en la superficie de las cosas, mostrando entonces nuestros verdaderos motivos, nuestros motores reales, esos que nos empeñamos en negar. El cine de Egoyan es frío pero intenso, alineal, morboso...
Pero ser un canadiense de origen armenio no garantiza la infalibilidad.