Serán las luces de Navidad que nos atontan... Este post está escrito desde la melancolía que produce el paseo por la Plaza Mayor -donde uno espera encontrar a Chencho- y la Puerta del Sol -donde uno suele toparse con la última persona que desearía encontrar- en una tarde de diciembre, víspera del sorteo del Gordo.
El centro de Madrid en estas fechas me huele a mi infancia. A la tabarra que nos soltaba mi madre antes de salir del metro sobre los peligros de perdernos entre tanta gente; el miedo que despertaban en mí esos hombres que usurpaban la personalidad del verdadero Papa Noel; la ilusión de llevarles la carta a los Reyes Magos, omnipresentes en cada esquina y centro comercial de la zona; querer comprar todo lo que se vendía en los puestos, y conseguir al fin una figurita más para el Belén; la dulce recompensa de churros y chocolate por haberse portado bien aquella tarde...