domingo, junio 24, 2012

Esencia natural

Confieso que acudí a Casa Decor, sobre todo, por visitar el interior de uno de los edificios que más me gustan de Madrid, el palacete de la Real Compañía Asturiana de Minas. Pero salí enamorado. En esencia. Aunque antes de abrir mi corazoncito, explicaré de forma somera en qué consiste esta buena idea de Casa Decor. Interiorismo excelente, lo más granado del panorama recrea su concepto de lo que es una vivienda, un hogar. Así que nos encontramos con 51 casas en 1. Sofistacación, sencillez, elegancia, sobriedad... Es como colarte en muchos domicilios con su vida propia. Es, sin duda, el paraíso de los mirones, de los cotillas, de ese fisgón que todos llevamos un poco dentro. Y entonces empiezas a fantasear con cómo será el que vive ahí. Y te imaginas a un tipo estirado. O a una ejecutiva metódica. O a una pareja dulzona. O a una señora amante de la ópera y los gatos. Y entre todos los habitantes de esta peculiar e imaginaria comunidad de vecinos me encontré con esa chica, esa joven fresca, esa mujer divertida y natural. Su casa, en medio del campo. Luminosa. Bucólica. Llena de vitalidad. Y sí. Estaba allí. Se llama Verónica. Verónica Martínez, aliento creador de EnEssentia. Al 'pasar' por su casa una pincelada me hizo detenerme.

Esa forma de dar vida a una esquina, así de simple, demuestra que hay mucho talento en ella. Que sabe cómo hacer de un espacio un hogar. Que en sus creaciones hay alma, como la que puede mostrar todos aquellos momentos, fotografías, dibujos, pinturas, nada... que quieras enmarcar en ese mural, en ese peculiar altar que cada uno puede construir gracias a ella. Alguien afortunado, con ella. El espíritu del bosque se integra, atraviesa los muros, y se deja caer en su columpio cual hoja en ese otoño que, si miras por la ventana, tiñe los árboles de ocre y arcilla.

viernes, junio 15, 2012

Fenómeno Verdon


Qué placer el olor a papel recién salido de imprenta. Y más todavía cuando entre esas letras tipo aldus se esconde la última historia de David Gurney. Ya la estoy devorando y sí, sigue la gran estela que primero nos fascinó con Sé lo que estás pensando y luego nos conmovió con No abras los ojos. John Verdon ha sabido construir un gran personaje y un magnífico universo cotidiano que resulta muy fácil de surcar. Su estilo claro, directo, cinematográfico, que con pinceladas certeras es capaz de recrear en tu cabeza una escena, no importa si dramática, tensa o liviana. Todo fluye en la prosa y en los diálogos de Verdon. La excusa para la vuelta a escena de Gurney, que acepta ayudar a la hija de la periodista Connie Clark, aquella que hizo mito a este policía agudo y penetrante. Pero, lógicamente, no se conformará sólo con asesorar su trabajo documental sobre un asesino en serie nunca capturado. La trama está servida. No hace falta decir más. Por delante, 495 páginas que, una vez más, se harán cortas y que, seguro, mantendrán el nivel de este fenómeno literario de consumo masivo. Para algo más que fieles.

Deja en paz al diablo, de John Verdon, publicado por Roca Editorial. A partir del 18 de junio.

miércoles, junio 06, 2012

Buenrollismo

Hay novedades subjetivas, sólo para uno mismo, pero no por eso dejan de perder valor. Hace poco escuché el álbum Sweep me away de Fredrika Stahl. Tiene ya un par de años y pensé que no merecía la pena dedicarle una entrada. Pero a renglón seguido me dije "qué demonios, y por qué no, al igual que yo lo acabo de descubrir es posible que alguien más lo oiga por primera vez". Así que dicho y hecho.

lunes, junio 04, 2012

Lupus talentum

Sabéis de mi debilidad por esa fiera de la escena llamada Nuria Espert. Y semejante monstruo de las tablas le iba como anillo al dedo a La loba que imaginó Lillian Hellman para retratar la ambición y la falta de escrúpulos, pero a la vez el sueño, la inteligencia y la superación. Esa paradoja en un mismo ser, esa mezcla perfecta entre agresividad, dureza y ternura, es la viva imagen del lobo aullando a la luna llena. Y la encarna a la perfección ese animal del teatro. Ella sostiene una obra profunda, cruda. Las risas del público en algunos momentos verdaderamente dramáticos, intensos, estremecedores creo que sólo obedecen al afán del personal de ir a un espectáculo predispuesto a divertirse. Pero bueno, cada uno amortiza la entrada como soberanamente quiere. Una pena. No sé qué se le tiene que pasar por la cabeza a un actor en un momento así, astringente, y que la reacción del respetable sea una risilla cómica. Acostumbrados estarán. Actores que, junto a la Espert, dan una buena cristalización a la obra del Centro Dramático Nacional y Juanjo Seoane