Que el arte no sea críptico, hermético, incluso que sea divertido. Es el deseo de muchos de quienes se acercan precavidos, desconfiados a los diversos museos de arte contemporáneo que se han extendido como setas por el mapa de la España ésta del café para todos. En ocasiones ese deseo se hace realidad. Hans Peter Feldmann lo consigue.
En Madrid, el Reina Sofía (agitado para bien por la mano de Manuel Borja-Villel) muestra estos días (hasta el 28 de febrero) el trabajo de este artista alemán en una antológica que lleva por título "Una exposición de Arte". Feldmann titula así todas sus exposiciones. ¿Una ironía, un subrayado necesario...? Y efectivamente ES una exposición de Arte. Una muestra que certifica que el Arte (¿con mayúscula o sin ella?) está en todas partes, es decir, que está en los ojos del que ve; primero el artista, después el espectador. Es lo que ya nos cuenta la física cuántica: que "el observador es el creador de la partícula o masa física del universo". El universo, como el Arte, está en nosotros, depende de nosotros. Por diferentes e inescrutables caminos, las letras y las ciencias han llegado al mismo claro del bosque.
Así, Feldmann crea objetos artísticos con todo aquello que se cruza en su camino. Lo hace con procedimientos clásicos como la acumulación, la serialización, la descontextualización... El resultado son piezas y series llenas de humor, de ironía; obras que revisan y echan por tierra muchas de nuestras certezas; de belleza sorprendente porque se elaboran con lo más común y cotidiano. Y en todo ello, profundas reflexiones sobre qué somos o qué límites imponemos a nuestra existencia, qué nos empeñamos en ser. Ciertamente, una exposición recomendable.
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