Estaba preparando esta entrada (Valeria lo sabe, se lo comenté hace un par de semanas) sobre José Donoso cuando hoy se me ha precipitado al blog. Acabo de leer en el diario El País que Pilar, su hija, ha sido hallada muerta en su casa de Santiago de Chile. Ocurrió el martes 15 de noviembre. Descansa en paz, Pilar. Buscaré, para honrarla, tu memoria, la que dejaste escrita en Correr el tupido velo y con la que acabaste compartiendo editorial con tu padre. Alfaguara editó la única obra de Pilar Donoso, ese repaso a la atormentada vida familiar, el año pasado. Este 2011, en julio, acabó de reimprimir El lugar sin límites, una de las novelas cumbre de su progenitor.
El escritor y periodista José Donoso la escribió en 1966, pero sigue teniendo una vigencia punzante y vital. Una historia nocherniega de latifundio y lenocinio que juega con la identidad, las ansias y los sueños enmarcados en el universo propio del autor chileno. Todo un acierto recuperar la historia de la Manuela. Historia que, como en muchos casos, alguien se ha encargado de traspasar a la gran pantalla. Arturo Ripstein convirtió el papel en celuloide en 1977, como en otras ocasiones ha hecho con otros libros. Por poner dos buenos ejemplos, El coronel no tiene quien le escriba, obra homónima de Gabriel García Márquez, o La virgen de la lujuria, basada en el relato de Max Aub La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco. Sé que la adaptación de Ripstein de El lugar sin límites es una de los títulos claves de la filmografía del mexicano. Pero película de la que, de momento, y con todo el respeto, me voy a abstener. El libro abrió mi mente. No necesito una película para que me la cierre.
Un lugar sin límites está editada por Alfaguara